La decoración en madera natural, el verde de la salvia perfumada y el oportuno contraste del rosa con matices de lila tanto en las paredes como en las tapicerías hacen de esta habitación un espacio agradable y perfecto para descansar. Se trata de una habitación con cama matrimonial, cuarto de baño privado con ducha, secador, set de cortesía, aire acondicionado, Wi-Fi, televisión, mini-bar.

Hojas y ramas

A la vuelta de la batida de la caza del ciervo,
un caballero llevó su trofeo
a las cocinas del castillo,
donde manos expertas
rellenaron la presa
con hojas y ramas de salvia.

Al fuego del tronco de un antiguo roble
preparaban la comida
para un banquete real.
La dama del castillo
se había resistido a su cortejo,
a sus poesías,
a las canciones escritas para ella
y a las victorias en los desafíos caballerescos,
pero quizás ahora no se resistiría
a una comida tan exquisita,
a una presa capturada solo para ella,
cocinada solo para ella,
servida solo para ella
a la lumbre de una sola candela.

La hermosa mujer saboreaba
la tierna carne del ciervo.
Y la candela
y sus ojos se fundían
en los ojos del caballero,
ya convencido de que aquella noche
ella sería
su dulce y dócil presa.

Y en la habitación verde
de la torre más alta del castillo
él acariciaba
la blanca carne de su dama,
iluminada solo por el claro de luna.

Pero después de miles, miles y miles de besos
el perfume de las plantas de salvia del antepecho,
que se mezclaba
con el sudor de su piel castigada
por mil batallas,
le hizo entender que, en realidad,
la presa no era ella,
sino él mismo,
el ciervo cazado.

La noble dama
le había regalado la ilusión
de ser el gran cazador
de ciervos y mujeres,
pero ahora,
perdidamente enamorado
y prisionero de ella,
nunca conseguiría huir
de aquella prisión de piernas y brazos
blancos como la luna